
A la mayoría de padres en la crianza nos empiezan a surgir dudas respecto a distintos temas relacionados con la educación, el cuidado y la salud de nuestr@s hij@s. Siendo el tiempo de exposición a dispositivos, redes sociales y video-juegos una incógnita que a veces se convierte en el inconveniente principal de la convivencia y mínimo funcionamiento, y en otros aunque no se observen grandes inconvenientes tiende a afectar de forma directa la salud mental de nuestros niñ@s-jóvenes.
Así mismo se añade la dificultad de la etapa de desarrollo, Adolescencia, en la que varían las necesidades de los jóvenes, iniciándose un periodo de mayor acercamiento a sus pares, al concluirse la etapa de dependencia de los padres de la etapa infantil; siendo sumamente necesaria para ir logrando gradualmente mayor autonomía e independencia que se acerca a la adultez.
Además de lo mencionado, debemos considerar que el cerebro adolescente se encuentra en desarrollo, lo que implica que determinadas estructuras cerebrales no se encuentran del todo maduras. En especial las que tienen que ver con el control y la regulación, siendo un aspecto que no deberíamos olvidar a la hora de pensar en el acceso a dispositivos, pantallas y redes; puesto que difícilmente van a poder regular y controlar su uso, siendo indispensable que los adultos los ayudemos a regularse y a controlarlo, al menos inicialmente hasta desarrollar un hábito saludable.

De lo contrario corremos el riesgo de tener hij@s secuestrados por la tecnología
Puesto que debemos agregar el alto poder adictivo que tienen per se. Siendo un problema que tiende a empeorar con el paso del tiempo, pudiendo pasar de un uso normal, a un uso problemático y hasta una dependencia o adicción.
En líneas generales, al igual que en otras áreas relacionadas con la educación (ordenar conductas-consecuencias), se recomienda:
-Graduar en función de la edad
-Plantearnos como padres cual es la finalidad de su uso y regularlo en base a para qué permito accedan (recreativa, lúdica, …)
-Con un orden natural, en el que primero debe haber cumplimiento de responsabilidades (deberes, habitación…) que los padres hayan consensuado para posteriormente tener un acceso al tiempo libre y dispositivos.
-No superar las 2 horas/día en los adolescentes (en niñ@s el tiempo debería ser inferior y más supervisado), incluso en aquellos casos en los que el/la joven tenga un buen rendimiento académico y cumpla todas sus obligaciones, no es saludable excederse de este tiempo.
Hacerlo de esta forma permite por un lado, que entiendan las consecuencias lógicas a conductas adaptativas/funcionales (si voy a trabajar- cobraré mi sueldo, si no voy al trabajo- no recibiré mi salario) y los estaré educando para la vida. Permite posponer las recompensas, y trabajar la espera y la tolerancia a la frustración. Facilita la gestión del tiempo y la productividad, focaliza la atención al eliminar un distractor constante, facilitando de esta forma el aprendizaje. Los exponemos a momentos de aburrimiento nutritivo, fomentando de esta forma incrementen la conexión consigo mismo que permite un autoconocimiento y descubrimiento de capacidades y recursos, teniendo un impacto positivo en la gestión de su tiempo libre, así como en su autoconocimiento, autonomía, y autoestima. Por lo que estaríamos hablando de mayor salud mental.