
Es un hecho esencial reconocer el poder que tenemos los padres en la crianza y construcción de un ser. Aunque si bien es cierto que cada niño nace con un temperamento (carácter y tendencias de comportamiento), poco se nos ha informado de la capacidad que tenemos para influir en estos aspectos, incluso logrando que no se acentúen y reducir su potencia. Algo sumamente interesante especialmente cuando nos encontramos ante conductas negativas, desadaptadas y problemáticas.
Es por ello que queríamos compartir con vosotros información relevante para tomar consciencia y poder mejorar el desarrollo de nuestr@s hij@s y el bienestar familiar.
En primer lugar me gustaría acercaros información sobre el test de la golosina, ya que me parece tanto como madre como profesional, sorprendente y nutritivo para la mejora y la prevención de problemáticas futuras en nuestr@s niñ@s.
¿Qué es, en qué consiste y qué resultados se obtuvieron?
El test de la golosina, es un experimento que realizó Walter Mischel, y que a día de hoy se siguen analizando las conclusiones, debido a la repercusión de sus hallazgos. Consistía en poner a niños de 4 a 6 años en una habitación solos frente a una golosina. Las indicaciones que se les da es que se van a quedar solos por unos minutos y que si, a la vueal volver la entrevistadora no se han comido la golosina, podrán obtener otra igual. Aquí lo que se pone a prueba es el grado de impulsividad y la capacidad para posponer o no las gratificaciones, donde cada niñ@ inicia suna lucha interna entre su deseo de comérsela de forma inmediata y su capacidad de autocontrol y diálogo interno par ano hacerlo y posponerlo en pos de conseguir una recompensa mayor.
Se encontró que 1/3 de l@s niñ@s, se comía la golosina nada más salir la entrevistadora, 1/3 logró esperar unos minutos, aunque al final se la come; y solo 1/3 fue capaz de esperar entre 15-20 minutos a que regresara la entrevistadora y recibir la segunda golosina.
Este test también permitió conocer el tipo de autodiálogos que se daban l@s niñ@s para resistir la tentación, al mismo tiempo que se llevó a cabo un seguimiento a los 30 años de la realización del experimento, para saber qué había sido de sus vidas. Lo interesante fue encontrar que l@s que habían resistido a la tentación y obtuvieron su segunda golosina, habían tenido más éxito escolar, mejores calificaciones, mejores puestos de trabajo, mayor satisfacción laboral, mejores relaciones con sus pares, un peso en la media a su edad y soportaban mejor el estrés que los que se la comieron ni bien salió la entrevistadora por la puerta.
Los resultados no deberían dejarnos indiferentes, ya que sientan las bases para predecir en infancia futuros problemas y fracasos que pueden ser prevenidos.
Si tu hij@ se comió la golosina, no te angusties, no está todo perdido!
Algunos padres al realizar la prueba, y comprobar que su hij@ se come la golosina y no espera a la segunda, se pueden sentir frustrados y preocupados. Aunque lo importante es que sepan, que no está todo perdido y que eso no significa que mi hij@ si o si va a desarrollar problemas de conducta, de adicciones, fracaso escolar,… siempre y cuando como sus padres hagamos por ayudarles y acompañarles para modificar estas tendencias. Lo que en muchas ocasiones debe llevarnos a consultar con los especialistas adecuados para que nos puedan dar pautas y orientaciones para prevenir, y redirigir hacia un desarrollo más pleno y saludable.
