El Efecto Pigmalión es un fenómeno que explica cómo nuestras expectativas y creencias (tanto en la crianza, educación o cualquier profesión que implique impulsar el desarrollo y/o bienestar de personas), condicionan nuestra percepción, y en consecuencia nuestra forma de actuar, generando un efecto sobre quien se proyectan dichos prejuicios y expectativas.
En resumidas cuentas, expone cómo los prejuicios de los otros influyen en sus acciones, reforzando en nosotros dichas creencias e influyendo en nuestras acciones; fenómeno que también se conoce como profecía autocumplida.
Y es que en función de cómo CREEMOS/PENSAMOS VEMOS el mundo, pudiendo nuestras creencias influir sobre el rendimiento, la conducta y las capacidades de los otros.

En los años 60, Robert Rosenthal realizó un experimento (Pigmalión en el aula) para verificar la hipótesis de que las expectativas propias modifican la realidad, provocando que se produzca la profecía autocumplida. El experimento consistía en informar a unos profesores de que un grupo de alumnos de primaria (el 20% de la clase) habían tenido puntuaciones altas en un test de inteligencia que se les había administrado y que muy probablemente éstos serían los que mejores calificaciones obtendrían.
La realidad era que los experimentadores habían elegido a este 20% al azar, nunca se les pasó ningún test de inteligencia. Ocho meses más tarde, se encontraron con un resultado asombroso, ya que al reunirse con los profesores se arrojaron los resultados de que esos alumnos inicialmente considerados aventajados, habían sido los que habían sacado mejores notas.
La variable que explica estos resultados es que fueron tratados como si fueran intelectualmente superiores y ellos creyeron serlo porque estaban siendo tratados como alumnos con competencias superiores a las del resto. La diferencia partía no de los niños sino de los profesores que eran quienes los veían con unos ojos diferentes, con mayores capacidades y de esa forma estimulaban más su aprendizaje. Por ello Creer es Ver, lo que al mismo tiempo si creo, no solo veo sino que también construyo esa realidad

Estos resultados demuestran la importancia que tiene el tipo de acompañamiento que damos especialmente en infancia y adolescencia, no solo los padres, sino también los familiares y docentes. Ya que en caso de ser expectativas previas negativas van a tener un poder demoledor.
Como padres debemos especialmente cuidar cuales de estas expectativas internas podemos tener de nuestros hij@s, dado que si son excesivamente elevadas los sometemos a una presión excesiva que termina teniendo efectos negativos en el desarrollo puesto que los coarta. Y por otro lado si son en el lado negativo, estamos proyectando algo negativo nuestro en ellos corriendo el riesgo de con nuestras acciones encargarnos de que se cumplan nuestras profecías.